domingo, 31 de octubre de 2010

(Me entristece la tarde)

  Me entristece la tarde como tantas veces:
el retorno de las luces, el silencio, la caída.

Sólo tu brillas hoy en el horizonte,
lejana y sola.

Me hiere el sol y se clavan sus rayos
en mi pecho marchito.

Tu luz se refleja en mis pupilas.

Tengo miedo.
El frío se apodera de mis huesos.
¿Habrás de morir hoy?

La noche se cierne sobre nosotros.
Debes irte.
El mundo acecha.

domingo, 24 de octubre de 2010

Afán

  Se salpican los días como ropa mojada.
Sobre los balcones, resbalan por las casas;
las grises paredes de los sórdidos edificios
marcan su paso.

En las mentes se pierden las horas
con un sigiloso rumor de tiempo en llamas.
Y en la noche, con la luz de lamparillas de bronce
los diarios perfilan y ordenan recuerdos privados.

Con mudez de labios quebrantados
bajo ventanas de cocina: luz afanada en los cristales,
cálido correr de vida asentada, trastos
con nombre y apellidos, mundo saturado de entendimiento
y transcurso sedentario.

domingo, 17 de octubre de 2010

(sin título)

  Hueles a lluvia,
como el cielo encharcado
o la ciudad grisácea.

Hueles a lluvia y a arrabales,
como la tierra húmeda de las afueras,
como las lindes verdes de los campos.

Hueles a lluvia y a arrabales, y eres tan azul
como el cielo raso de una tarde
en cualquier rincón del mundo.

Hueles a lluvia y a arrabales, y eres azul y escurridiza
como el agua
que en mi rostro apaga
la ceniza de sus lágrimas.

Hueles a lluvia y a arrabales, y eres azul y escurridiza
y tierna
como las hojas caducas del otoño
perenne de mi alma.

domingo, 10 de octubre de 2010

Antaño

  Como la sencillez del horizonte infinito de la estepa,
la espada sangrante, el león herido.

Como mil hombres vestidos de gris,
un sombrero roto y un suelo manchado.

Como luces de neón en el insomnio de la urbe,
como un grito en el desierto, en la noche oscura y profunda.

Como un otoño atardecido
con cien grajos en la plaza y la soledad de la campana.

Como una vela de voz trémula,
un corazón que palpita, y una esperanza que se quema.

Como años olvidados en cajones
y una flor mustia o un puchero en la cocina.

Como el sabor de un beso,
felicidad de un sólo uso, alma desnuda.

Como el ritmo viejo de un planeta
y su paraíso perdido en la niebla.

Como cien años en el mundo
donde todo se aprende y todo se yerra.

domingo, 3 de octubre de 2010

Estratos

  Suponer un mundo más perfecto.
Más perfecto que las calles de alquitrán.
Más perfecto que el ruido de los camiones recogiendo la basura.
Más perfecto que el destino y la traición.
Más perfecto que sueños asesinos.

Ramas de ensombrecida tarde. Ruge un motor por la carretera.
La soledad es dibujo de la encina, y el mojón
que marca los kilómetros.
El sol intenta robar su belleza, a golpe de rayos.

No, no existe nada más perfecto.
Inutilmente se busca un mito de imposibles
almas en pena.
Los puntos cardinales no marcarán nunca el camino.
Solo contigo viaja, el único retorno a los adentros.